miércoles, 24 de octubre de 2007

Para tí

Para tí, que tienes la luna entre tus brazos para iluminar mis noches.

Los sollozos hacen que despierte.
Lágrimas de dolor se derraman. Sé que debe ser así, el alejamiento permanente provoca dolor, más aún las recónditas palabras que de los labios no salieron cuando el corazón latía.
El momento del adiós es inesperado e indeseable, pero cuando el llanto de nacida me hace parte del existir, lo único que sé con absoluta certeza es que algun día me iré.
El cielo se hará lo sufucientemente grande y azul para cobijar nuestro encuentro, para que en ese abrazo estrechado sepas todo lo que no dije cuando estabas aquí, el que sin palabras dirá el dolor de tu partida y entregará con frenesí la alegría de sentir tu presencia nuevamente junto a mí.

Nunca un escrito se haría suficiente, no sé como hacer un jazz...
Pero si sé como escribirte un TE QUIERO ABUELO.

Panchi*.

martes, 21 de agosto de 2007

Deleite


La luminosidad del despertar invoca a uno más de los momentos felices que la vida preparó para mi, hace que el cielo se vea distinto de ayer, de todos los días que antes ya viví y de los que en algún momento vendrán.

Se siente todo especial y distinto, lo cotidiano y lo sencillo se valora más que de costumbre.

El trayecto mira mi paso y avanzo más hacia el saber.

Los encuentro ahí cada mañana, los saludo como de costumbre y los quiero también.

Camino por pisos negro-blanco, sonrío y vivo más intensamente las emociones que se hacen infinitas cuando la experiencia en el vivir es mínima.

Conversar con quien puedo hacerlo se valora y agradece inmensamente, se ven ojos de sinceridad y encanto, se quiere con aires de eternidad, aunque siempre algo de de lo real dice y contradice lo que el sentir quiere vivir.

Subo escaleras, leo, escribo, critico y vivo al máximo los momentos en la fuente del saber. Algo dice en estos días que debe ser así, será porque el fin quiere venir y quiere sacar a mi ser del lugar donde en buenos tiempos se hablo de una real integración, y aunque para algunos se vea muerta, en lugares de color y acordes aún persiste y se hace cada vez más fuerte e inmortal.

Transcurren las horas, el tiempo se torna más valioso, el sol se esconde y retorno al lugar donde todo comenzó.

Cierro mis ojos esperando sueños, así como los de cartón piedra, como los de dulce música y colores existentes en imaginación. Anhelo en el fin un futuro despertar como el que acaba de terminar.

(escritura sin razón aparente, solo un deleite)



sábado, 23 de junio de 2007

Vivir por un recuerdo


Florencia despertó después de una larga e inquetante noche, algo no la dejaba conciliar el sueño, sin embargo ya cerca del amanecer pudo dormir.
Abrió sus ojos esa mañana y todo se tornó distinto. Sentada en la cama analizó su alrrededor, entonces una angustia infinita llenó su alma.
Lo primero que hizo fue mirar sus manos temblorosas, sintió el miedo de infancia, sólo anhelaba el cálido y olvidado abrazo de su padre, la caricia reconfortante de mamá.
Al parecer había estado incerta en sueño de profundidad interminable, olvidó la realidad e ignoró que el reloj no es piadoso y que avanza sin parar. Sus manos fueron una prueba concreta de ello y por primera vez en setenta y cinco años sintió el pesar del tiempo.
Sus ojos no pudieron contener las lágrimas, estalló en llanto.
No encontraba consuelo para detener el sollozo, estaba sola, no tenía ninguna razón que justificara plenamente su existir, las banalidades evaporaron sus sueños de realización, amor y maternidad.
Se levantó de su cama a penas, sus pies pesaban más que de costumbre, se dirigió a la cocina por té y algo de pan.
Abrió las cortinas para contemplar su jardín y dar entrada a los rayos del sol, abrió las ventanas para sentir la frescura del aire. Se sintió un poco mejor y recordó los tiempos en que fue "feliz" . Era una táctica de autoayuda, comenzó a reir, a suspirar, a visualizar en forma nebulosa al único y gran amor de su vida, Gabriel, del cual sólo conserva una roñosa fotografía.
Se dirigió a una habitación ubicada al final de la vieja casona que cobijaba su soledad, donde guardaba cartas, ropa de antaño y porsupuesto fotos.
Entonces encontró lo buscado, ahí estaban Florencia y Gabriel, el apoyaba sus labios en la nariz, mientras ella sonrreía tiernamente... es que creían que el amor era eterno, que la vida fue construida para vivir su sueño y que jamás nada los alejaría.
Florencia sintió locos deseos de buscarlo, de decirle que nunca es tarde, que su amor por él persiste y que deben terminar la historia que hace sesenta y cuatro años comenzó.
Alzó su cabeza y vio su rostro anciano reflejado en el espejo, fue ahí cuando sintió que era tarde para revivir lo que el tiempo trató de borrar y en cierta parte logró.
Una extraña sensación la llevó a sonrreir, la fotografía entregó una paupérrima dosis de felicidad, desde ese momento sintió que el pasado y su no vivida historia,de una rara forma justificaba su vivir, era un motivo para soñar lo que tal vez pudo haber sido, o lo que en alguna otra vida será.
Guardó la fotografía salió de la habitación en dirección al dormitorio, estaba cansada y debía recuperar el sueño de la noche de desvelo. Después de un día tan emocional la música es bien recibida. Colocó el disco en su vitrola, tendió su logevo cuerpo en la cama y se durmio profundamente en un sueño de tango.